Fresco que representa el asedio de una ciudad por un grupo de jinetes y posiblemente la huida de algunos ciudadanos, en tonos grises. La decoración del palacio Farnesio corrió a cargo de un maestro pintor (de cultura rafaelesca) afín al círculo de Baldassare Peruzzi. Los frescos subtienden a menudo a alabar a la familia Farnesio.