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Martirio de Santa Catalina

En el año 305 d.C., un emperador romano celebró grandes fiestas en su honor en Alejandría. Catalina acudió al palacio en medio de los festejos, durante los cuales se celebraban fiestas paganas con sacrificios de animales y ocurría también que muchos cristianos, por miedo a la persecución, accedían a adorar a los dioses. Catalina rechazó los sacrificios y pidió al emperador que reconociera a Jesucristo como redentor de la humanidad, argumentando su tesis con profundidad filosófica. El emperador, impresionado por la belleza y la cultura de la joven noble, convocó a un grupo de retóricos para convencerla de que honrara a los dioses. Sin embargo, debido a la elocuencia de Catalina, no sólo no la convirtieron, sino que ellos mismos se convirtieron rápidamente al cristianismo. El emperador ordenó la pena de muerte para todos los retóricos y, tras la enésima negativa de Catalina, la condenó también a morir en una rueda dentada. Sin embargo, el instrumento de tortura y condena se rompió y la santa fue decapitada; de su cuerpo brotó leche, símbolo de su pureza. El cuadro se encuentra en la nave derecha de la basílica de Santa Catalina de Alejandría, en Catania.

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